ÉPICA CIVIL: DR. JOSÉ MARÍA VARGAS. UNA REFLEXIÓN A LA CONTEMPORANEIDAD.
- Reynaldo Piña
- 13 nov 2016
- 3 Min. de lectura
A propósito de la reunión de dialogo en Venezuela traigo a colación otro dialogo entre el caudillo Pedro Carujo y el civil Dr. José María Vargas, pero antes de continuar, es preciso hacer referencia a lo que en nuestra lengua castellana significa la palabra «diálogo» del latín dialŏgus y del griego diálogos, Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos. Leamos pues, el referido diálogo entre Carujo y el Dr. Vargas,
— «Señor Vargas, el mundo es de los valientes.»
— «No, el mundo es del "hombre justo". Es el hombre de bien, y no del valiente, el que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro sobre su conciencia.»
Después el Dr. José María Vargas, el primer civil a cargo de la magistratura de Venezuela, escribe una carta, asumiendo sus responsabilidades (que no asumen los políticos contemporáneos) y dice,
«Ya no me es posible continuar por más tiempo obedeciendo vuestro mandato, porque otro de un poder superior, el de mi propia conservación me lo veda. Mi salud arruinada me fuerza de una manera irrevocable: a renunciar al arduo encargo de la Presidencia del Estado».
Sigue ganando Carujo, la fuerza, el atropello...
Desde 1835 por lo menos, en Venezuela, el «mundo» sigue siendo de los valientes y no de los justos y honrados. Es por esto que a pesar de contar con la razón, la «valentía» y el atropello se impone ante la verdad y la justicia. Se impone desde el vocabulario adoptado por aquel que detenta el poder de forma arbitraria y zafia hasta la cesión de las ideas de los justos.
Así nos va pero, de todas maneras, el mundo es de los justos y de los honrados y en eso tenemos que estar siempre claros, firmes ante ellos. Como diría Fermín Toro «decidle a (...) que mi cadáver podrán llevarlo, pero que Fermín Toro no se prostituye...»
La épica civil seguía cediendo el poder pero no sus ideas ni su lenguaje y para muestra, veamos una carta del Dr. José María Vargas que le dijera a José Antonio Páez cuando el caudillo le mandó a ejercer un cargo gubernamental,
«Nada entiendo, Excmo. Señor, de administración de rentas ni de gobierno; ignoro (lo digo con vergüenza, pero con sinceridad) hasta las atribuciones de un Prefecto(...) Además, es un principio social que por honroso que sea el puesto a que se nos eleve, si falta un mérito adecuado para llenarlo, sólo sirve para hacer resaltar nuestra incapacidad y colmarnos de oprobio o por lo menos de ridículo (...) Identificado con estos sentimientos suplico humildemente a V.E. me permita no aceptarlo, y no dude por esto, que en mi capacidad profesional y como ciudadano particular estoy enteramente sometido a las órdenes de V. E.».
Mire, Usted, que decide adentrarse en las andanzas de la vida política que si Usted no está capacitado para ella, entonces, no se meta y hágale un favor a la república. Porque podemos ceder el poder, que en política se puede hacer para ganar espacios y atribuciones en el mediano plazo pero en lo que no se puede ceder es en las ideas ni en el lenguaje del discurso porque de ello deviene la alienación, la sumisión y con ello la tiranía.
Se puede ceder el poder, en democracia, para conquistar espacios de libertad, igualdad y derechos que en teoría no es democracia porque cuándo un actor negocia libertad para estar en igualdad de derechos se refiere al otro en términos de tiranía (digo tiranía para no adornar ni empastelar el asunto con militarada, autocracia, neodictadura…no, dejémoslo como tiranía) pero en lo que no se puede negociar con el tirano es en el lenguaje, en el discurso.
Este régimen se sostiene, entre otras cosas, por el gran sistema comunicacional y propagandístico que tiene, entonces, hay que aprovechar esos espacios para denunciar lo que se viene denunciando y no para utilizarlo con el mismo lenguaje de tu contrario después de tantas desavenencias para llegar hasta ahí porque lo menos que podría pasar, y esto lo puede decir mejor el Dr. José María Vargas, sería «para hacer resaltar nuestra incapacidad y colmarnos de oprobio o por lo menos de ridículo».
También lo dijo Mario Briceño-Iragorry en su «Mensaje sin Destino» al expresidente Eleazar López Contreras, «la crisis, más que de capacidades en sí, era de sentido de responsabilidad en los funcionarios públicos, muchos de ellos avocados, por falta de examen de sus propios recursos, al ejercicio de funciones en las cuales no les era posible dar rendimiento alguno. Esta crisis sigue vigente, sin que haya visos de que pueda remediarse.»
Que nuestra incapacidad y limitaciones nos libre de la neolengua chavista, un lenguaje represivo y que disminuye en su más baja condición al otro, lo deshumaniza y lo destruye.

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