DE LA PEQUEÑEZ DEL HOMBRE
- Reynaldo Piña
- 16 oct 2016
- 2 Min. de lectura
Imaginen lo grande de Dios, la grandeza y humildad que tiene, que ha tenido el detalle de bajarse a nuestra pobreza. Que misericordioso es el Señor que nos engrandece.
El Hombre puede tener a su disposición muchas herramientas, cualidades pero también, entre ellas, debe saber que tiene muchas más limitaciones; el hombre es pequeño, limitado. De tal manera, que ante las angustias del día a día pretenden lograr todo bajo sus esfuerzos y se olvida, o no recuerda, que él solo no puede. Aquel que tiene fe y que pide a Dios puede, por cuestiones de fe, lograr lo que entre su limitada humanidad se le hace más difícil.
Pedid y se dará, no pidas justicia porque Dios es justo. Pide, acércate incluso al que te rechaza, recuerda que el Hombre no ve con los ojos de Dios. Pide, pide y persevera. Pero ten cuidado en pedir porque se puede cumplir. Recuerdo que una vez íbamos un grupo de amigos en una camioneta por una montaña y el calor era realmente fuerte, entonces, para calmar la cuestión decíamos, «Dios mío que se acabe este calor, ojala lloviera» por cosas de la vida comenzó a llover y con granizo, al ver eso, les dije en tono de broma a mis compañeros, «Ya ven, hay que saber pedir.» Así, no más.
Habla con Dios como si hablaras con tu amigo que, al final de cuentas, antes de que pronuncies una palabra ya Él sabe lo que vas a decir. Así es Él pero háblale, insisto. No caigamos en la tentación de que, por tanto pedir y por nuestra inmediatez, buscamos a otros «dioses» que si nos escuchen o, mejor dicho, que nos «digan lo que queremos escuchar.»
Dios puede ser amado pero no pensado y mucho menos entendido por los conceptos, «solo Dios basta», dice la Santa en su poesía pero con amor, solo con amor, un amor desnudo porque Dios sustituye todo lo que el hombre y sus criaturas no pueden porque el hombre es pequeño, pequeño como un grano de arena ante la inmensidad del mar, y el mar, es Dios.
Recuerden, pedir, pedir orar y perseverar.

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